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Mostrando entradas de octubre, 2009

Los “dominican salon”, amos y señores del nicho afroamericano en Atlanta

Atlanta, Georgia . Ocho años, casi todo el tiempo que tiene ganándose la vida en Estados Unidos, duró Adalgisa López arrendando sus destrezas como estilista, “atajando pa’que otro enlace”, como dicen con ironía allá en Nagua, su tierra natal. Hasta que hace cuatro meses, cuenta satisfecha, hizo lo mismo que ha permitido a decenas, acaso cientos de paisanas suyas mantenerse a flote y hasta prosperar en medio de la crisis: abrió un “dominican salon” en Atlanta. “En esto encontré un medio ideal para sostenerme, superarme, que tiene mucha salida, porque a las morenas les gusta que las pelemos nosotras. Ese es el sello que buscan, donde lo ven, entran sin preguntar”, refiere Ada en alusión al vocablo “dominican” que sobresale en las fachadas de todos estos negocios, siempre asociado a la bandera homónima, y del que incluso echan mano como recurso publicitario comerciantes de otras raíces. Como la jamaiquina Dalon Gibson, que tiene en su Tru-Kutz Barber & Dominican Salon un staff de bar

DALE TU PRIMERO, QUE YO LE DOY DESPUES

"Dale tú primero, que yo le doy después". Esta frase suena familiar. Era lo que decíamos al amigo de infancia cuando teníamos que enfrentar a los más grandes. A los que presumían y seguirán presumiendo de grandes; a esos mismos. La frase no pierde vigencia. Se ajusta perfectamente al pleito que estratégicamente le hemos dejado a las periodistas Alicia Ortega y Nuria Piera. Ellas se atraven a decir, denuncian, pelean, revelan atrocidades y bellaquerías de todo tipo; enfrentan demandas, acusaciones, amenazas y los insultos más insólitos. Y todo porque decidieron sacarle la lengua a la publicidad estatal (y a la privada con el filo escondido) y reinvidicar el periodismo de verdad. El serio. El real. El que prefiere efectos y resultados. El que decide sobrevivir, como puede, a los riesgos inherentes del negocio. Sus propios colegas las refieren con el cinismo propio del que tira la piedra y esconde la mano. El pleito no es ni puede ser de dos. Los medios de comunicación han hecho

INSOMNIO

Las 3:00 de la mañana. Era una noche de esas interminables. No podía dormir. Sí, estoy convencido de que era lo más correcto: levantarme de la cama y sentarme en la sala en penumbras. Nilson, mi hijo, dormía tranquilo, por suerte. Mi esposa Ivonne, imperturbable, agitaba aún más sus ronquidos. Debía pensar; necesitaba pensar; quería pensar en algo, pero, ¿qué?. Mi casa materna pequeña; la pobreza circundante de aquí, de allá, de todas partes; las calles de mi campo arropada de polvo, de maldita o bendita miseria; los días grises de antaño y de ahora; las orientaciones sabias de mi madre en tiempos de crisis; el examen funesto de dibujo lineal; la siembra de arroz y mi madre, mi madre, como siempre, inventando cada cosa para quedarse conmigo; la agonía de una noche sin cena; la fecunda muerte de mi madre; el adios sorprendente de mi padre; los días que se fueron; el hambre arrinconada; el temor infundado...Ya basta. Tengo que tomar agua, vino o algo. No, mejor agua. La muerte a cuchilla

COMPLICIDAD COMPARTIDA

El derrotero no me gusta. Pues, plantea una situación temeraria, hasta cierto punto. Aquí todos denuncian. Todos saben y todos dicen. Acusaciones y contraacusaciones adornan el escenario cotidiano. Todos saben cuáles ricos se roban la luz; los empresarios chupa sangre que evaden impuestos y cómo los evaden; aquí todos saben las razones por las que al funcionario público de allá le quitaron la visa americana. Las organismos de seguridad pública saben de los pejes gordos envueltos en el narcotráfico. Sí, todos saben y callan como si nada. En un país con 48 mil 442 kilómetros cuadrados, no hay forma posible de ocultar lo inocultable. El silencio atemoriza e irrita hasta la saciedad. Señor jefe de la Policía, a usted es al que menos le luce sumarse a la sinfonía de sabelotodo y guardar infame silencio. Ande, hombre, demuéstrele a todos que usted es el guapón capaz, incluso, de decidir entrevistas a medios de comunicación y de hablar de cosas que le competen cuando a usted le de la gana. An

Bienvenidos

Nos resistimos, pero caímos. No queríamos, pero aquí estamos. Sí, llegaron Los Compadres. Estos son Los Compadres. La idea era construir un espacio de reflexión y debate donde todos tuvieran la oportunidad de participar, de aportar; de soltar todo eso que llevamos dentro y que solo escribiendo nos sentimos libres de morir de un paro cardíaco. No pretendemos ser mejores. No, no se trata de eso. De hecho, es una pretensión egoista y contraria a nuestros principios. Lo que queremos, caramba, es que hagamos mensajes verdaderamente constructivos; que edifiquen y enseñen a los demás a vivir mejor. Tampoco se trata de un nuevo concepto en este campo. No, queridos compadres y mi comadres, Los Compadres solo quieren brindarle la oportunidad de que usted sepa que solo el conocimiento nos puede salvar de perecer asfixiado por la ignorancia. Que solo el conocimiento adquirido a través de la lectura y el debate concienzudo engrandecen al hombre y a la mujer, y nos orienta por el camino de la verdad