Los “dominican salon”, amos y señores del nicho afroamericano en Atlanta
Atlanta, Georgia . Ocho años, casi todo el tiempo que tiene ganándose la vida en Estados Unidos, duró Adalgisa López arrendando sus destrezas como estilista, “atajando pa’que otro enlace”, como dicen con ironía allá en Nagua, su tierra natal. Hasta que hace cuatro meses, cuenta satisfecha, hizo lo mismo que ha permitido a decenas, acaso cientos de paisanas suyas mantenerse a flote y hasta prosperar en medio de la crisis: abrió un “dominican salon” en Atlanta. “En esto encontré un medio ideal para sostenerme, superarme, que tiene mucha salida, porque a las morenas les gusta que las pelemos nosotras. Ese es el sello que buscan, donde lo ven, entran sin preguntar”, refiere Ada en alusión al vocablo “dominican” que sobresale en las fachadas de todos estos negocios, siempre asociado a la bandera homónima, y del que incluso echan mano como recurso publicitario comerciantes de otras raíces. Como la jamaiquina Dalon Gibson, que tiene en su Tru-Kutz Barber & Dominican Salon un staff de bar