COMPLICIDAD COMPARTIDA

El derrotero no me gusta. Pues, plantea una situación temeraria, hasta cierto punto. Aquí todos denuncian. Todos saben y todos dicen. Acusaciones y contraacusaciones adornan el escenario cotidiano. Todos saben cuáles ricos se roban la luz; los empresarios chupa sangre que evaden impuestos y cómo los evaden; aquí todos saben las razones por las que al funcionario público de allá le quitaron la visa americana. Las organismos de seguridad pública saben de los pejes gordos envueltos en el narcotráfico. Sí, todos saben y callan como si nada. En un país con 48 mil 442 kilómetros cuadrados, no hay forma posible de ocultar lo inocultable. El silencio atemoriza e irrita hasta la saciedad. Señor jefe de la Policía, a usted es al que menos le luce sumarse a la sinfonía de sabelotodo y guardar infame silencio. Ande, hombre, demuéstrele a todos que usted es el guapón capaz, incluso, de decidir entrevistas a medios de comunicación y de hablar de cosas que le competen cuando a usted le de la gana. Anímese, señor jefe, y dígale a ese pueblo preguntón cuál es ese general envuelto en el secuestro famoso del muchacho aquel de Nagua. Vamos, general, que de general a general no hay a qué temer. Déjele esos temores a los desarrapados que apenas tienen derecho a guardar silencio, no por temor, sino por conveniencia. Anímese, señor jefe.

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