INSOMNIO

Las 3:00 de la mañana. Era una noche de esas interminables. No podía dormir. Sí, estoy convencido de que era lo más correcto: levantarme de la cama y sentarme en la sala en penumbras. Nilson, mi hijo, dormía tranquilo, por suerte. Mi esposa Ivonne, imperturbable, agitaba aún más sus ronquidos. Debía pensar; necesitaba pensar; quería pensar en algo, pero, ¿qué?. Mi casa materna pequeña; la pobreza circundante de aquí, de allá, de todas partes; las calles de mi campo arropada de polvo, de maldita o bendita miseria; los días grises de antaño y de ahora; las orientaciones sabias de mi madre en tiempos de crisis; el examen funesto de dibujo lineal; la siembra de arroz y mi madre, mi madre, como siempre, inventando cada cosa para quedarse conmigo; la agonía de una noche sin cena; la fecunda muerte de mi madre; el adios sorprendente de mi padre; los días que se fueron; el hambre arrinconada; el temor infundado...Ya basta. Tengo que tomar agua, vino o algo. No, mejor agua. La muerte a cuchilladas del padre y el hijo; una noche oscura, muy oscura; un velorio, dos velorios; gritos ahogados; una mujer escudriña y llora; el corazón brillante de mi madre; la muerte de mi madre; el hambre; el hambre de ayer y de hoy; la miseria infinita; las calles polvorientas de mi campo; mi entrañable campo; mi campo no tiene calles; mi campo no existe. mi campo se muere; están dejando morir a mi campo; sus gentes, tan buena, tan humildes, pero sin mañana. Se fue mi madre y mi padre; ya no están; ya no visitan; ya no aconsejan; ya se fueron; hace rato que se fueron. Nilson estudia, camina y habla como perico en estaca; mi esposa es buena compañera, buena amante; buena esposa; tolerante, muy tolerante. ¡Qué carambas!, después de todo, la vida no es tan mala. Oh, Dios mío, tengo que dormir; el trabajo me espera y me desespera pensar que me espera. Mi esposa seguía roncando, y Nilson dormía, también imperturbable. Mi cabeza puede explotar en cualquier momento. Da giros por dentro y por fuera. Ya lo tengo, la vida es un sinfín de cosas repetidas, que se suceden con escasa y a veces remota diferencia. Que sumerge a uno en dimensiones escondidas y hasta desconocidas. Mi sueño, mi bendito sueño. Otra noche perdida. Son las 3:02 de la mañana.