HISTORIA DE UN SECUESTRO FRUSTRADO
Sentada en un destacamento de Los Minas, todavía en ropa de dormir, una madre hace esfuezo para no estallar en llantos. Fue temprano en la mañana del pasado viernes, exactamente quince minutos después de las 6:30, hora a la que usualmente su hijo, de 17 años, sale para el colegio. Fue el propio adolescente quien notificó por teléfono que estaba en manos desconocidas. Los detalles no fueron necesarios, su madre interpretó de inmediato que le habían raptado “lo único que tengo, mi muchacho”.
Después de escuchar la voz de su hijo, Inés Abad Jolly cuenta que los nervios la traicionaron. Entonces no supo qué hacer. “Mami, ocurrió lo que tú siempre me repetías, que me cuidara. Él me decía, mami, dale todo lo que te pidan; dáselo”, recuerda esta mujer, casada con un estadounidense que habla poco español, pero igualmente confundido con lo que pasaba.
Estaban en la oficina del director adjunto de Investigaciones Criminales del muncipio Santo Domingo Este, coronel Rafael Herrera Valenzuela. Lo peor ya había pasado. El adolescente permanecía callado, con las manos metidas entre las piernas inquietas, aun nervioso por el impacto de la experiencia. Y sus padres, mirándolo fijamente, como si no creyeran que el heroísmo policial le devolvió sano y salvo a su única cría.
La Policía sospecha que la trama para secuestrar al menor envuelve al taxista William Abreu, conductor de la unidad 713 y afiliado a la compañía Hight Class. Abad Jolly explica que este hombre tenía dos años como transportista de su hijo, que actualmente cursa el cuarto nivel del bachillerato y cumple con el reglamentario servicio social de 60 horas.
Por el tiempo que tenía el taxista transportando a su hijo, la emocionada madre no reparó en investigar si quien había ido a su residencia era realmente la persona que llevaba dos años haciendo este oficio. Abad Jolly simplemente observó el carro color gris, propiedad de Abreu , sin imaginar que dentro del automóvil habían tres hombres con su hijo encañonado.
“Luego de que mi hijo llamó y me dijo, ‘mami, me tienen secuestrado’, uno de los secuestradores cogió el teléfono y me pidió que buscara 75 mil dólares, antes de la 10:00 de la mañana, o si no `le matamos a su hijo. Eso es lo único que tu tienes`. Y yo me volví loca”, cuenta Abad Jolly.
Las aprehensiones sobre la posible complicidad de Abreu con este secuestro se desprenden de las versiones que ofreció cuando un oficial de la Policía de la parte oriental de la capital ubicó y enfrentó a los malhechores, logrando recuperar al menor con vida, y sin darle un solo centavo a los criminales que lo tenían.
Abreu alega que los secuestradores primero lo raptaron y le quitaron el carro, por considerarlo una pieza clave para materializar el crimen, talvez por la cercanía a la familia que en ocasiones también le prestaba dinero. Al momento del rescate, ejecutado por el primer teniente Héctor Julio Manuel De la Paz, el taxista no estaba con los raptores: asegura que logró escapar prodigiososamente.
De la Paz se enteró del secuestro, porque supo que un auto corría veloz por una zona llamada Agua Loca. Dice que iba en un motor y pidió al motociclista que se dirigiera al lugar indicado. Allí alcanzó a ver el carro con las generales descritas. Solicitó refuerzos y, en cosa de minutos, los secuestradores no tuvieron otra opción que abandonar su blanco de ataque y darse a la fuga.
Abreu está preso en el destacamento Felicidad, del sector Los Mina, para que explique, entre otros pormenores, por qué cuando advirtió la presencia del teniente De la Paz alegadamente se echó a correr despavorido. El menor está en casa con sus padres. La Policía sigue los pasos de sus raptores.
Oscar Quezada
Comentarios
Publicar un comentario