EL FALLIDO E IRRITANTE "SERVICIO" AL CLIENTE DEL SENASA


Doce días laborables intentándolo, alrededor de 90 llamadas, en vano todas. Y no pude dar siquiera con uno de los operarios de servicio al cliente afiliados a la con mucha probabilidad supernumeraria nómina del Seguro Nacional de Salud (Senasa), la próspera ARS estatal que se vende como eficiente y competitiva en sus millonarias campañas publicitarias.

Idéntico vía crucis telefónico viven a menudo miles de usuarios al momento de procurar medicamentos o atención médica en alguna farmacia o clínica del patético sistema vernáculo de salud, cuando tampoco esos establecimientos pueden comunicarse para obtener la correspondiente autorización del “seguro”.

Si acaso percibe usted que exagero la nota, le invito a perder el tiempo digitando ya sea el 809-333-3822 ó el 809-732-3821. Da lo mismo.

Una interminable cadena de grabaciones indicándole que marque a tal o cual extensión, para luego transferirle al departamento correspondiente, se sucederá sin resultado alguno hasta lograr el aparente objetivo: vencerle por cansancio y persuadirle de que colgar el teléfono equivale a un acto mucho más racional, menos estresante e inútil que contactar a quienes se promocionan como “la garantía de su salud”.

Eso sí, el sistema opera a la perfección si llama usted al despacho de la administración o a la gerencia financiera, pues únicamente para los usuarios y usuarias carecen de pruritos laborales y nunca funcionan los teléfonos del Senasa, ni aún los del flamante edificio recientemente edificado con una inversión superior a los RD$150 millones salidos, irónicamente, de los ignorados contribuyentes.

Y si acaso logra usted la inusitada hazaña – semejante en su espectacularidad al célebre cruce oceánico de Marcos Díaz – de que le tomen la llamada tras sabe Dios cuántos intentos, entonces contenga el enojo acumulado y aténgase al recurrente pretexto que oirá a continuación: “Ahora mismo no hay sistema, llame más tarde”.

Es decir, que repita usted el vía crucis ya descrito; la experiencia ilustrativa del mediocre sistema con que opera el subsidiado, contributivo y mantenido Seguro Nacional de Salud, típico “elefante blanco” que prolifera en detrimento – y a expensas – del indefenso contribuyente.

“En el aire” e inseguros, más que asegurados, tenemos motivos de sobra para sentirnos y sabernos los incautos usuarios del temerario (tratándose de salud y seres humanos) “servicio” al cliente del Senasa, ARS que ahora aloja en modernas oficinas sus negligentes e impunes prácticas empresariales.

Del adecuado funcionamiento del Senasa – dice esta institución en su web - “dependerá, en gran medida, la calidad de los servicios de salud que ha de recibir la población más pobre y vulnerable del país en los próximos años”.

Sencillamente nos jodimos, si es así, los casi dos millones de usuarios que engrosamos la matrícula, financiamos la burocracia y observamos sin derecho a voz ni voto el babilónico inmueble que alojará tanta ineficiencia, palpable a todas luces en las estructuras de una institución que ni para atender telefónicamente a sus usuarios sabe ser competitiva.

Senasa, la ARS de todos. (Menos de los molestosos usuarios, que tanto joden). Alexander Peña

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