REYNALDO, EL IRRESPETUOSO ES USTED




Nunca he concebido el ejercicio periodístico desde una óptica facilona o complaciente. Y el día que así lo asuma, pues entonces estaría matando los propósitos que fundamentan y justifican la esencia de tan noble oficio. No me molestan los regaños, o “boches” dicho en buen dominicano. Esto lo interpreto como una reacción natural de alguien que se siente seriamente cuestionado o aludido por sus acciones o decisiones, máxime si tiene cosas que esconder o explicar.

La reacción del presidente del Senado ante una pregunta que solo buscaba sacarle información sobre un aspecto que toca directamente sus funciones de vida pública, para nada pueden considerarse un irrespeto. Lo que sí constituye un irrespeto mayúsculo, es condicionar el terreno para que los periodistas refieran solo aquellos temas que el entrevistado desea tratar.

Reynaldo Pared Pérez tiene todo el derecho a no responder a lo que se le pregunta, siempre que se le aborde sobre su vida privada o personal. Como representante de un poder estatal está obligado siempre, gústele o no le guste, a rendir cuentas de lo que hace o deja de hacer. Esto no responde ni deberá responder nunca a una actitud medalaganaria.

No comparto aquella frase chantajista de que “la clase no se suicida”, porque pretende justificar indelicadezas de todo tipo, y en el caso específico de los periodistas, actos de corrupción peor o mayor que los que cometen precisamente aquellos funcionarios públicos y privados que tanto atacamos con nuestros escritos y comentarios.

Nuestra clase periodística está infectada de conductas lamentables; que desvirtúan los propósitos fundamentales de un comunicador social. Ya no solo se trata de periodistas simplemente comprometidos, con contratos de publicidad sin ni siquiera tener un blog, o incluidos en varias nóminas de instituciones gubernamentales que se prestan para esta penosa situación.

Para colmo de estos males, ahora tenemos periodistas vergonzosamente pagos que torpedean y boicotean a sus colegas cuando éstos se inquietan por conocer aspectos cuestionados, o que dejan entredicho al funcionario público o político que los contrata para esta vagabundería.

Y como no soy de este grupo putrefacto, seguiré soportando regaños y “boches”. Es lo que menos me importa, siempre que se trate de buscar la verdad escondida, aun con la complicidad de reporteros que no acaban de entender que la satisfacción de los que nos decidimos por esta carrera no radica en obtener prebendas por lo que hacemos, sino saber que con nuestro trabajo ayudamos a otros a pensar y a vivir mejor.

La solidaridad para este reportero aguanta “boches” y preguntón empedernido no ha cesado, desde el primer momento en que Pared Pérez intentó intimidar con su temperamento y reacción irracional. Del equipo periodístico y ejecutivos de Clave Digital no esperaba otra cosa que no fuera apoyarme irrestrictamente, y como es su particular estilo, de forma profesional, sin miedos ni apasionamientos.

Igualmente de todos los medios radiales, televisivos y digitales que se han hecho eco de este episodio de intolerancia y muestra fiel de emborrachamiento de poder. La solidaridad no es con Oscar Quezada, un humilde campesino que solo piensa en un mundo mejor, y nada más. La solidaridad es con el periodismo honesto y valiente, que es igual a decir enteramente conciente.
Oscar Quezada

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