CRECE PRONTO, HIJO MÍO


Hoy no quise escribir de políticos sinvergüenzas ni de problemas ancestrales. No me dio ganas. Sentí deseos inmensos de buscar a Nilson y dejarme llevar por su comportamiento de hombrecito prepotente. Es mi hijo de tres años de quien hablo.

Tampoco quise enviar un correo masivo de acostumbradas felicitaciones de aquel "feliz año nuevo" que siempre me suena igual. Quizás no es bueno estar totalmente conciente de que el cambio de rumbo y el nuevo orden que tanto esperamos no depende de un simple "feliz año nuevo". Es solo una pose que repetimos cual máquina programada para activarse cada primero de enero.

No quise criticar más al presidente Leonel Fernández, no porque desistí de hacerlo, sino porque, simplemente, tampoco me dio ganas. Él tiene sus propios planes. Yo tengo los míos. Y ya tiempo habrá para seguir diciéndole que nos tiene a todos decepcionados y que no creo pueda resolver este desorden que tanto a propiciado.

Si Nilson tuviera edad, hoy mismo lo invitaría a un trago de cervezas entremezclado con bachatas y servido por mujeres risueñas. Le diría: "Moñón, te quiero tanto que por tí sería capaz de seguir viviendo en una tierra donde a nadie le importa nadie. Donde el devenir es motivo de temor e incertidumbres". Nilson solo tiene 3 años, tres meses y 22 días, y solo bebe leche, agua y jugo hasta más no poder.

Aunque debo confesar que a Nilson le gusta más bailar que comer. Y es bachatero igual que su padre. La bachata es la sinfonía de los miserables por los que tanto he peleado y discutido en estos 35 años de vivencias. Entonces, que me guste el alegre rechinar de las cuerdas y el paleteo de los timbales, nada tiene de casualidad.

A veces, me da miedo imaginar que Nilson será un partidario de la izquierda recalcitrante, como yo. Me asusta pensar que se convierta en un soñador sin remedios, como yo; en alguien que apueste siempre a los débiles. Todo porque entonces se embriagaría de bachatas y, de vez en vez, se tomaría unos traguitos para desinfectar su alma y poder seguir existiendo, igual que yo.

Los amigos de Los Compadres, que cada vez son más y más, no deben nunca pensar que el compadre Oscar se siente frustrado por saber que cada pleito parece alimentar la irresponsabilidad de nuestros políticos charlatanes y apoyados por la autoridad de turno. Pues, no. Este compadre está seguro de que ese nuevo orden social, político y económico algún día llegará. Este nuevo orden no deberá sorprendernos, porque será precisamente ideado, desarrollado y mantenido por quienes nos asquea el estado de cosas del que nos han hecho víctimas.

"La esperanza es lo último que se pierde"; "Nada es eterno en la vida". Estas frases están tan 'quemadas' como el nauseabundo "feliz año nuevo" sobrecargado de tradición. Pero me gustan más. Si no puedo verlos, los días felices que tanto deseo para mis hermanos dominicanos y los maltratados de todo el mundo, entonces los disfrutarán mi amado Nilson, los hijos por venir o sus descendientes.

Hoy no quise escribir de políticos corruptos e incompetentes. De gente eternamente angustiada; de pulpos infernales ni de guardias y policías narcotraficantes. Solo busqué un pretexto para hablar de Nilson y de sus envidiables condiciones de bachatero. Que Dios te bendiga, hijo mío. Y crece pronto, que espero por tí.
OQ

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