CARA O CRUZ



Por Juan Alberto Jiménez
En el cuatrienio 1966-1970, nuestro país estaba gobernado por el partido Reformista Social Cristiano (PRSC). El presidente era Joaquín Balaguer y el vicepresidente Francisco Augusto Lora. Estos gobernantes fueron el resultado de unas elecciones fraudulentas desarrolladas bajo la tutela de la intervención norteamericana del 1965.

En esa época, el Partido Reformista no era el partido donde Balaguer se erigía como "ley, batuta y constitución", sino que una organización con estructuras autónomas. Debido a eso, Augusto Lora deseaba ser el candidato por este partido en las elecciones de 1970. Las intenciones de Lora se vieron tronchadas cuando Balaguer expresó su intención de reelegirse en ese próximo período.

A causa de esto, Lora y gran parte del Comité Político renunciaron del partido rojo y funda el Movimiento de Integración Democrática Antireleccionista (MIDA), con miras a participar en el proceso electoral que se acercaba.

Ante esa situación, Balaguer convoca al partido para una convención interna. En la misma, él obtiene la nominación presidencial. Además, Balaguer obtiene que el partido le dé poderes especiales para señalar a su antojo a los candidatos a cargos directivos dentro de la organización.

A partir de ese instante, el Partido Reformista pasaba a ser un patrimonio personal de Balaguer. Sería él y no la convención del partido quién señalaría los candidatos a senadores, diputados y síndicos, en todo el país.

En ese momento, Balaguer dio una especie de golpe de Estado al Partido Reformista, del que nunca se levantaría jamás. Este poder de Balaguer, de señalar con el dedo a los candidatos, sería el punto de ataque de los partidos opositores. Tanto el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) como el oficialista Partido de la Liberación Dominicano (PLD) pasaron toda una vida criticando a Balaguer por esa práctica.

“Eso es dictadura”; “eso no es democracia”. Y bla, bla, bla. Esas eran algunas de las consignas usadas por el PRD y PLD, contra el dedo "elector de Balaguer". Y ahora, ¿qué hacen el PRD y el PLD? Tanto Miguel Vargas Maldonado, presidente del PRD, como el presidente Leonel Fernández, el león del partido, hacen lo mismo que hacía Balaguer.

Más de 40 años hablando sandeces para venir a caer en tan aberrante práctica, opuesta a los fundamentos democráticos que deben primar en toda organización política. Ambos partidos han señalado las candidaturas claves en todas las provincias del país, sin importar lo que las bases piensen o decidan.

¿Cómo pueden permitir las bases de estos partidos que les impongan candidatos en sus respectivos pueblos? ¿Cómo pueden Miguel y Leonel determinar desde sus oficinas cuál es el mejor candidato en mi pueblo? Es muy probable que estemos viendo la repetición histórica del Partido Reformista con Balaguer a la cabeza. O sea, estamos asistiendo a la sepultura política del PLD y PRD como tal.

Las bases entonces deben elegir entre seguir viviendo como partido o asistir a su propio entierro. Así es que, lancen la moneda y pidan… cara o cruz.

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