TRUJILLO: SOBRAN MALDADES PARA HABLAR DE SUS BONDADES
Carlos Mejía, fotógrafo y poeta
Desde los tiempos de nuestros colonizadores y las invasiones del pirata y mercenario Francis Drake, nuestro país ha sufrido excesos y desmanes incalculables. Los crímenes, los fusilamientos, las torturas y demencias de los que, quizás por destinos de la vida, han tenido el poder.
Pero la historia reciente recuerda a uno de los más grandes sanguinarios que ha parido la Republica Dominicana: el déspota Rafael Leonidas Trujillo Molina, aquél que llenó con sangre y a fuerza de maldades infinitas toda la geografía nacional.
El pueblo dominicano no necesita que nadie, en lo absoluto, hable de las virtudes que este ser macabro y tenebroso hizo en su malévola vida. Cuando se es malo, no hay virtudes que valgan. Ahí está la historia, más que de bondades, teñida de crueldades y dolor. Cuántas madres fueron victimas de los asesinatos de sus hijos por ese ególatra, sátrapa, simulador y tirano.
No caben más epítetos ni cascabeles para este ser maldito de las tinieblas. Dijo Facundo Cabral, declarado por la UNESCO embajador de buena voluntad: “Si el malo supiera lo tan bueno que es ser bueno, fuera bueno hasta por negocio."
La nieta de Trujillo (hija del malvado heredero Ramfis Trujillo, el mismo que asesinó a mansalva a varios complotados que en aquel glorioso 30 de mayo dieron merecida muerte a su progenitor) Aida Trujillo, en su libro "A la Sombra de mi Abuelo", expresa las bondades que a su juicio tuvo su abuelo.
No discuto sus derechos ni cuestiono sus sentimientos. Pero al pueblo dominicano no le interesa para nada saber de lo bueno que este fuera en la intimidad familiar. Sobran las maldades, para hablar de sus bondades, no me canso de repetir.
Pero la historia existe y existirá para siempre. Jamás podrá cambiarse ni doblegarse objetivamente por situaciones coyunturales.
La poesía “Verdades Amargas, de Juan de Dios Peza, nos dice: 'hay rasgos de virtud en el malvado y hay rasgos de maldad en el virtuoso". Que nadie nos diga lo bueno que fue este ser infernal que bañó de sangre su paso por nuestra hermosa y laboriosa tierra. La conciencia no miente. Sobran maldades, para hablar de sus bondades. Ya dije.
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