BENDITAS SEAN SUS CANASTAS, SEÑOR PRESIDENTE


Si el populismo se mide en función de los efectos que los políticos logran impregnar en las masas aturdidas, entonces el presidente Leonel Fernández es un populista coyuntural. La repartición de canastas navideñas y su acostumbrada cena con familias enternamente pobres, delatan, justifican y dan vida a esta percepción, que no pretende ser compartida.

El hambre no conoce de prejuicios ni aprehensiones, y hasta detesta el mucho hablar de lo mismo. Talvez por eso, a quien recibe gratuitamente, comida barata y abrazos retorcidos y obligados, no le importa el gesto ni las poses amañadas. Hambre es hambre y miseria es miseria. Solo hay que sentirlo para saberlo, dirán los beneficiarios de la caridad estatal.

Lo peor del populismo, es serlo y preconizarlo apurado por circunstancias efímeras. Circunstancias que agudizan el descalabro existencial de las víctimas del populismo descarado. Una canasta no resuelve abosolutamente nada. Es síndrome de miseria motivada o fortalecimiento de una realidad enmascarada. El Presidente lo sabe perfectamente(indiferencia deliberada).

La miseria que se nutre de ignorancias inducidas y dádivas pasajeras, condena las críticas que cuestionan acremente al que da con descaro. Y el que da no hace reparos en la dignidad del que recibe sin querer recibir migajas. Conservadurismo maldito que se expande como fuego en yerba seca; desgraciado y planificado. Entonces, pues que siga el reparto de canastas, hasta que el hambre y la miseria resistan. OQ

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