50 AÑOS DE ACCIONES ENCONTRADAS
Johnny Peguero, arquitecto
Cuando los seres humanos llegamos al medio siglo de vida iniciamos una nueva carrera para conquistar y experimentar nuevas situaciones fisiológicas y sicológicas. Se inicia entonces un estado mental donde nos preguntamos qué será de nuestras vidas. Las estadísticas establecen una tendencia donde el hombre o mujer tienen una
vida promedio para estos países de 75 años de edad y está establecida que los humanos, al llegar a los 65 años, se consideran que terminó su vida productiva para el mercado laboral.
Si tomamos en cuenta estos dos factores, tendremos que admitir que al llegar al medio siglo de vida estaremos en una etapa de nuestra trayectoria en la tierra que, por vía de consecuencia, en la mayoría de los casos nos encontramos cerca del final de nuestra existencia.
Los expertos pronostican un promedio de vida aproximado de 70% de la referencia de vida para los países en vía de desarrollo y un 77% de vida productiva, según los
estándares que se manejan de forma global. Partiendo de este análisis, a un ser humano le quedaría de vida terrenal un 30% de lo que debe durar y un 23% de la vida productiva.
Ahora sabemos que los seres humanos pueden perpetuar sus acciones de vida no
física por tiempos indefinidos, cuando se atreven a realizar grandes acciones positivas o negativas frente a nuestros semejantes. Asumimos esta realidad siempre que estamos frente a personas que, por su forma de ver la vida, no toman en cuenta nada ni a nadie para conseguir sus objetivos particulares, llegando al extremos hasta de exterminar pueblos enteros.
Ejemplo de lo anteriormente dicho tenemos por demás. Adolfo Hitler, quien inicia las acciones de exterminio humano más feroces, cuando llega a sus 50 años de existencia, con sus actuaciones apoyadas en su poder absoluto de dominio y destrucción, provoca la muerte a 55 o 60 millones de personas aproximadamente, cantidad que representaba en ese momento un 2% de la población mundial.
Este personaje es recordado por sus acciones negativas contra la humanidad,en sus 12 años de mandato férreo, totalitario y destrucción física de ciudades, circunstancias que se convirtieron en caldo de cultivo de la guerra mundial del 1939 al 1945. Viendo que era inminente la derrota de su ejército y la caída estrepitosa de su imperio, Hitler decide suicidarse junto a su familia.
La otra cara de la moneda donde las acciones que se ejecutan siempre tienen el objetivo de crear las condiciones adecuadas, tanto materiales como espirituales, para la humanidad es el caso de Mahandas Karamchand Gandhi, cuando a sus 49 años encabeza el movimiento nacionalista indio e instaura un nuevo método de lucha, implementando las huelgas de hambre con un programa que rechazaba la lucha armada y predicaba la no violencia como medio de resistencia contra el dominio británico.
Sus sacrificios sin violencia pudieron lograr sus objetivos, cuando se considera de manera definitiva su influencia moral sobre el desarrollo de las convenciones que antecedieron la independencia de la India.
La reflexión sobre estos dos personajes con objetivos diametralmente opuestos nos da como conclusión que Hitler solo cultivó de su ser el cuerpo y el alma, sin tomar en cuenta el espíritu. Solo quiso fortalecer su ‘yo’ personal, dejando de lado su relación con Dios.
Gandhi siempre tuvo pendiente utilizar su poder de convocatoria, tomando en cuenta la unidad de sus sentimientos con el espíritu, y dejando a un segundo plano el ‘yo’ que representaba su composición física.
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