PROSTITUCIÓN


¡Policía, deje a esa mujer! ¿Es que no ve que está trabajando? Déjela en paz, hombre. Solo quiere alimentar a sus hijos sin hacerle daño a nadie. Que la deje, le digo. Son las dos de la mañana y tiene que trabajar duro. Está agotada. Sus niños la esperan. No puede llegar a casa con las manos vacías. Son seis hijos que tiene, señor agente. ¿Es tan difícil entenderlo? Está a punto de llorar. Tiene hambre y comienza a sentir frío, señor policía. Ella nunca estuvo presa. No hace daño a nadie. Entiéndalo, señor policía. Debe trabajar para sus crías. Son seis pequeños y el mayor no llega a diez. Pero son sus hijos. A los que da de comer cada día. A los que ama con lucura. Por ellos trabaja largas horas. Solo por ellos. ¿Y esas esposas, señor policía? ¿Son para ella? ¿Piensa apresarla? Mírela, señor policía, sus ojos están cansados. Son muchas noches desvelada. Sus fuertes piernas, señor policía, por rato la traicionan y se doblan solitas. Además, señor policía, esa esquina la consiguió trabajando. Usted no tiene derecho a quitársela. Sus hijos, señor policía, la esperan. No puede llegar con las manos vacías, recuerde usted, señor policía. ¿Porqué se rasca la cintura, señor policía? ¿No ve que está asustada esta mujer? Las luces. Aquellas luces la ponen nerviosa. ¿Qué son? ¿Ya vienen por ella? ¿Irá presa, señor policía? Sus hijos, señor agente, sus hijos la esperan. Están solos. El mayor no llega a diez años, le dije. Está llorando, señor policía. En su bolso largo y brilloso, señor policía, no hay nada aun para llevar a sus hijos, que son seis y dependen de ella. Hasta para respirar dependen de ella. La pintura asentada en su cara se deshace con sus lágrimas, señor policía. ¿No siente lástima por ella, señor policía? Esa esquina es de ella. Sus clientes se alejan. Se desespera por eso. Tiene miedo. Sus hijos, están solos. Sus niños preciosos. Inocentes. No saben nada. La esperan. Los clientes que consiguió sacrificada, usted los espantó, señor policía. Es usted un desalmado, señor policía. Sus niños, su esquina, sus clientes...su vida, señor policía. ¿Es tan difícil entenderlo?

Comentarios

  1. Así vamos, como el título de este post: Llenos de miserias, pero las más grandes miserias no son las que padecen personas como la protagonista, son las miserias mentales de gente como el señor policía.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

DOMINICANOS QUE TRIUNFARON EN CHINA

HOMENAJE AL CARBONERO

LA LECTURA ENGRANDECE EL ALMA Y TRANSFORMA EL ESPÍRITU