LA GRANDEZA DE SER MADRE
De la periodista y amiga Yanessi Espinal
Aurora Ysabel Díaz-Alejo llegó hace poco menos de cuatro meses y cambió para siempre 28 años de mi existencia y guía los pasos de los años que me quedan por vivir.
Experimentar la exclusiva experiencia de dar vida cambia radicalmente nuestra concepción de vivir, porque el amor de madre es tan poderoso que una se siente capaz de hacer posible lo imposible porque a partir de ese momento los sueños no tienen límites.
Antes de experimentar la maternidad no hay rumbo fijo y las metas y planes cambian con las circunstancias, pero los hijos se convierten en un proyecto permanente que se construye a cada segundo de la existencia y que crece junto con ellos.
Antes de ser madre los proyectos que ocupan la menta del ciudadano común son cosas como obtener un título académico, quizás con lauros, y colgarlo en la pared, lograr un buen trabajo para que tu nombre aparezca firmando notas periodísticas en un diario importante de circulación nacional, para quienes elegimos el periodismo como profesión.
También se sueña con acomodarse la vida, comprarse un carro, apartamento, tener ahorros, viajar y hasta emprender un negocio propio para adquirir la independencia económica que todos deseamos.
Después de traer una vida al mundo, esas cosas no desaparecen de nuestros pensamientos, pero adquieren una dimensión diferente. Antes de los retoños una sueña para sí misma, pero cuando llegan sueña para ellos y por ellos.
Así empiezan a enseñarnos que hay que sopesar mejor las decisiones, que debemos pensar antes de hablar, que necesitamos los unos a los otros, que el valor de la vida no está en lo complejo ni en lo material, sino en lo simple y lo espiritual.
El título colgado en la pared vale, pero porque sirve de ejemplo para ellos, los lauros académicos son importantes porque queremos que nos superen en la vida, levantarse temprano ya no es difícil porque hay que enseñarle el valor del trabajo, las plazas comerciales cambian de atractivo porque nuestros ojos sólo miran prendas y accesorios para los pequeños.
También nos enseñan a cuidar nuestra imagen pública porque debemos ser su modelo a seguir, trabajamos por un mundo mejor porque en lugar de violencia queremos paz, la casa se convierte en hogar y la vida en gozo y reto permanentes.
Confieso que no entendía el concepto de una frase que mi mamá siempre repetía cuando la contradecía: “hija eres y madre serás”, Aurora Ysabel me lo enseñó, y es que el amor materno crece y se renueva, pero no envejece porque es, simplemente, la alegría más absoluta y la experiencia más gratificante.
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