DERECHOS, DERECHOS, AL DIABLO CON ESO
Si una mujer aspira, es porque tiene derecho a aspirar. Los derechos políticos y civiles no establecen distinción. Esto, claro está, si se vive en una democracia auténticamente representativa y real, no fingida ni disfrazada con el manto oscuro y mentiroso de filosofías y sofismas liberales. De tan solo leer estas líneas, cualquier dominicano, incluso hasta los mamandos, sabría de inmediato que hablo del atropello del que fue víctima la esposa del presidente Leonel Fernández, la señora Margarita Cedeño, nacida y criada en este pedazo de tierra moralmente árida; donde el morbo maldito, ese que se alimenta de la desgracia ajena, no nos permite crecer sino en la mente igualmente perversa de nuestros políticos corruptos, sinvergüenzas y sin escrúpulo para mentir y burlarse de la ignorancia parida. De todos los partidos y credos. ¿Qué razón había para despojar a una ciudadana dotada de derechos constitucionales, sociales, cívicos y naturales de una aspiración legitimada y canalizada por las